Tras la primera pandemia de la Historia en la que la población no ha sufrido hambruna gracias al trabajo de los agricultores, la respuesta de los gobiernos no ha sido la más esperada por el sector. Aumento de costes de producción e impuestos, hiper regulación y más trabas al acceso al agua son preocupaciones que inciden en las decisiones a la hora de programar su actividad productiva.
Hace una década, los costes de producción suponían entre un 40% y un 45% del valor de la producción final agraria. Hoy se acercan al 60%, sumado a la incertidumbre económica, la inflación, el aumento de tipos, las migraciones ilegales, la sequía, las nuevas tipologías de cadenas de suministro, y como no, la guerra de Ucrania como detonante, son variables que están complicando la gestión del día a día a agricultores y empresas.
El sector primario comenzó el 2023 con más carga burocrática aún. El Real Decreto de envases y residuos de envases, a propuesta del Ministerio de Transición Ecológica (MITECO) que va mucho más allá de la normativa europea; mayor control fitosanitario; Real Decreto por el que se establecen normas para la nutrición sostenible en los suelos agrarios; y el cuaderno digital y Real Decreto por el que se establece y regula el sistema de información de explotaciones agrícolas y ganaderas y de la producción agraria (SIEX).
También hay que añadir las mayores exigencias en materia de sostenibilidad medioambiental vía estrategias como ‘Farm To Fork’ o Agenda 2030, Green Deal, la condicionalidad reforzada y las derivadas de las medidas contenidas en las Buenas Condiciones Agrarias y Medioambientales, BCAM. Mientras, se entrometen países terceros con importaciones más baratas, como sucede en frutas y hortalizas, sin cumplir las mismas exigencias, lo que afecta a la sostenibilidad económica de las explotaciones.

Pero siempre se puede luchar contra los factores negativos. Economistas reconocidos como Daniel Lacalle, que participó esta semana en un encuentro con agricultores organizado por COEXPHAL en El Ejido, cree que el aumento de las exportaciones va a ser clave en la próxima campaña. “La demanda nacional lleva dos trimestres en contracción, sin embargo, los datos que llegan de Europa indican un fuerte aumento de la demanda, más del 11%”.
Por tanto, el sector hortofrutícola cuenta con dos ventajas principales que pueden hacer frente a esta situación convulsa: un producto que se demanda cada vez más en todo el mundo y el hecho de ser un sector con un balance muy equilibrado.
“El gran reto al que nos enfrentamos en la próxima campaña es el recorte en el acceso a la financiación. El endurecimiento de las condiciones de crédito es algo evidente, según los datos del Banco Central Europeo y los bancos nacionales”. Por su parte, el agricultor debe tener en cuenta que, aunque la inflación se haya moderado, los precios no bajan, sólo se aminora el ritmo de subida, concluye Lacalle.