El planeta está cambiando a un ritmo que ni los informes científicos más pesimistas sobre Cambio Climático y Cambio Global de hace 10 años hubieran podido predecir.
La contaminación, degradación y explotación de los recursos naturales debido a una mayor demanda para cubrir las necesidades de las sociedades de consumo occidentales, así como el rápido incremento de la población mundial, están llevando al planeta al límite de su capacidad de carga. Nuevos estudios científicos nos indican que estamos al límite de alcanzar, o quizás hemos sobrepasado ya, varios puntos de no retorno en los sistemas planetarios, tales como en el climático donde se esperan subidas de entre 3 y 5ºC de temperaturas medias globales para finales de siglo, o en los ecosistemas terrestres, donde la alarmante pérdida de biodiversidad está ocasionando la 6º mayor extinción de especies de la historia del planeta.
Una reciente publicación en una de las revistas científicas más prestigiosas del mundo, el PNAS, sugiere que, para 2070, el ser humano tendrá que vivir fuera de su hábitat natural, el cual no ha cambiado desde hace más de 6000 años y está entre los 12 y los 18ºC temperatura media anual. Dentro de este nicho, se han desarrollado la inmensa mayoría de las actividades agrícolas y económicas de la historia de la humanidad. Sin embargo, según este informe, más de 2000 millones de personas tendrían que convivir con temperaturas medias anuales de 25ºC.
Por otro lado, la población mundial sigue en aumento. Este hecho implica que debemos aumentar entre un 50 y un 70% nuestra producción de alimentos y para ello es necesario deforestar aún más el planeta.
Un informe de 2019 por parte de los científicos del panel intergubernamental para el cambio climático no puede ofrecer con certidumbre una predicción de cómo evolucionará la producción de alimentos en el futuro sin desembocar en una grave crisis alimentaria.
En este sentido, el sector privado juega un papel fundamental. Las empresas se vuelven actores capaces de resolver los problemas ambientales y sociales; hecho que les ofrece una nueva oportunidad de negocio y de ser más competitivos. Es lo que conocemos como el “shared value “ o “valor compartido”, donde beneficiar a la comunidad, potencia tu competitividad a la vez que contribuye al progreso social.
La lucha contra el Cambio Climático y la escasez de recursos son los ejes vertebradores de la nueva economía, que debe satisfacer la creciente demanda mundial de alimentos, piensos, combustibles y fibras con menos recursos naturales. Por lo tanto, la economía circular se traducirá en una reducción del consumo de materias primas, de los impactos asociados a su producción y de los residuos generados.
La economía circular ofrece la posibilidad de optimizar el valor de los productos, materiales y recursos, minimizando la generación de residuo y consumo energético, y logrando una economía sostenible, baja en emisiones de gases de efecto invernadero y más competitiva.
Es importante tener en cuenta que la economía circular considera todas las fases del ciclo de vida de un bien, producto o servicio, incluyendo la gestión racional de todos los recursos usados en su producción, distribución y consumo.
En los agronegocios, los recursos materiales y energéticos que destacan están relacionados con el agua y el uso del suelo, en el mercado de materias primas secundarias y, también, en lo referente a innovación e inversión. La salud del suelo y la presencia de agua constituyen dos elementos esenciales para un desarrollo vegetal óptimo y maximizar la producción de alimentos; y el aporte de materia orgánica al suelo proveniente de desechos de actividades humanas pueden favorecer la fertilidad del suelo y su contenido de agua, a la vez que mitigar el Cambio Climático; es lo que se conoce como bioeconomía.
El sector de los agronegocios juega un rol fundamental en este sentido, debido a su gran huella ecológica, la cual, puede ser enormemente minimizada a través de un modelo más sostenible tanto en producción agrícola como en toda la cadena de valor e influyendo en el consumidor para que cambie de hábitos. La eficiencia en el uso de recursos se puede alcanzar de muchas formas, quizás no mencionadas anteriormente pero que también entran dentro del concepto de economía circular como son: el uso de un sistema de agricultura integrado, agricultura ecológica y regenerativa, agroecología, gestión sostenible del paisaje, etc. Implementar estas formas de producción junto a la bioeconomía, no solo sería la mejor forma de luchar contra el Cambio Climático, sino que sería la mejor forma de salir de la actual crisis mundial causada por el COVID-19, afirman en un nuevo informe investigadores de la universidad de Oxford y un premio nobel de economía, avalado por más de 400 expertos que incluyen líderes políticos y economistas.
Autor del artículo: Jorge del Castillo Díaz, profesor visitante de ISAM, investigador y Doctor en Ciencias Forestales por la Universidad de Lleida (España).