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La mujer agro coge las riendas

El agro es un sector que, como muchos otros, ha estado tradicionalmente liderado por hombres. Sin embargo, hay cada vez más casos de mujeres que están cogiendo las riendas de sus explotaciones o proyectos y están protagonizando el cambio. Abren el camino de la equidad e inclusión, aportando diversidad, innovación, compromiso y creatividad. Las mujeres rurales y vinculadas directa o indirectamente al sector agrícola fueron y son pilares fundamentales del trabajo en el campo y en el desarrollo del potencial agroindustrial de los países. De hecho, la media global indica que el 43% de la mano de obra agrícola es femenino.

El último informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), desvela que el progreso, a escala mundial, aún es lento. Las desigualdades en los sistemas agroalimentarios suponen un freno para las mujeres a todos los niveles y en todas las funciones. Las mujeres carecen de acceso a la formación, al crédito y a herramientas fundamentales como la tierra, los fertilizantes y los sistemas de riego que les permitan contribuir en pie de igualdad.

Los sistemas agroalimentarios son uno de los sectores principales que ofrecen empleo a las mujeres en todo el mundo, y en muchos países son una fuente de medios de vida más importante para las mujeres que para los hombres. Por ejemplo, en el África subsahariana, el 66 % del empleo femenino se da en este sector, frente al 60% del masculino. En Asia meridional, la gran mayoría de las mujeres trabajan en los sistemas agroalimentarios (71% de las mujeres, frente al 47% de los hombres), aunque hay menos mujeres que hombres en la población activa.
En España, otro informe, el del Observatorio del Cooperativismo agroalimentario español, señala que existe un 27% de mujeres en la base social, un 12% de mujeres en los puestos de dirección de las empresas cooperativas, un 9% de presencia en los consejos rectores y un 4% en la presidencia de estos.

Sin duda queda camino por recorrer, pero los porcentajes se han incrementado en los últimos años y eso es motivo de celebración y esperanza, según Teresa López, presidenta de FADEMUR, la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales, que ha denunciado en repetidas ocasiones las consecuencias de la doble discriminación que sufren por ser mujeres y vivir y trabajar en el entorno rural.
Su acceso al mercado laboral es menor respecto a los hombres a pesar de su alta preparación, 7 puntos por encima de los hombres entre los 35 y los 49 años, y más de 14 entre los de 20 a 34 años, según los datos más recientes publicados por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Y aquellas que trabajan tienen peores condiciones. Ante esta realidad, el número de emprendedoras aumenta. Construir el trabajo propio se convierte, en muchas ocasiones, en la única salida. A pesar de que el empresariado rural también es predominantemente masculino, ellas suponen el 23,8% de las y los trabajadores autónomos de los pueblos.

Lola Gómez Ferrón, Gerente de Clisol, y Adelina Salinas Clemente, Directora Comercial de ZOI, son un buen ejemplo. Ayer jueves, 25 de mayo contaron su experiencia y compartieron sus conocimientos y consejos en una jornada presencial y gratuita, que ha organizado la Escuela de Negocios ISAM, comprometida con la eliminación de sesgos inconscientes de género que en ocasiones impiden a las mujeres promocionar a puestos de toma de decisiones.

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